jueves, 11 de noviembre de 2010

----- Sexo vábaro (que no bárbaro)

SEXO BÁVARO (QUE NO BÁRBARO)

El sexo con Thomas fue algo que se dio por supuesto: lo hizo la gente cuando aún no se habían acostado y lo hicieron ellos dos cuando Diana llegó al Rumbos y le pidió al alemán que se fueran. Abandonaron el bar con una botella de ron recién comprada asomando por el bolso de ella.

Pocas cosas le gustaban tanto a la española como una borrachera a dos con su pareja, o con quien estuviera en ese momento. Beber y follar; beber, follar; follar, beber, dormir, follar.

Ya en casa de Thomas, mientras él discutía con la mujer que le alquilaba la habitación (mami, la llamaba), ella se descalzó y pisó sin pudor las sábanas limpias de la cama con sus pies llenos de mierda. La habitación estaba más o menos ordenada, no la recordaba así aquella mañana, se notaba que esa noche la visita era esperada.

El alemán volvió disculpándose, con el ceño arrugado y su español a trompicones: le pareció un imbécil. En ese momento se cagó en sí misma y en su impulsividad, que le había llevado hasta ese habitáculo con aquel pijo alemán, cuando podría haber estado con el rastafari guapo de la primera noche o con Noah, o con cualquier otro que no le hubiese retirado el saludo ni se hubiera negado a besarle, o sola.

Entonces él empezó a mordisquearle sin darle tiempo a escapar y ella constató que aquello se le daba mejor que el español. Sus manos eran grandes y un poco ásperas. Manos ásperas por la espalda, la cintura, los pechos. Para cuando alcanzó el coño de Diana con los dedos, hacía tiempo que los esperaba. Notó cómo él sonreía ante aquella bienvenida. La española se entregó convencida de que podía agotar todo lo que aquel hombre le ofrecía en una hora, se entregó sin obedecer, guiando la boca agresiva de Thomas separándole cuando él la apretaba demasiado, cuando la dejaba sin aire, cuando la inmovilizaba contra el colchón mordiendo su cuello. Estaba convencida de que podía disfrutar a pesar de todo y no iba a permitir que él lo estropeara.

Alcohol mientras tanto, alcohol entre beso y caricia, entre un polvo y otro, para rellenar conversación que aún no sabían tener. Ron en casi cada trozo del cuerpo de ella y en algunas partes del de él. Hasta que ambos cayeron dormidos. Hasta que Thomas cayó dormido mientras ella intentaba ordenar las paredes como un puzzle que pudiera hacer con los dedos sobre el suelo.

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