lunes, 29 de noviembre de 2010

----- Ojos oscuros

OJOS OSCUROS

El bávaro la miraba. “I love your dark eyes”, le decía. Él parecía no saber que sus ojos también eran oscuros, con unas pupilas enormes que eclipsaban el marrón miel de sus iris.

Diana intuyó que no era una persona sencilla, sintió una ternura que quizás no debió haber sentido y se dejó abrazar por el Thomas mimado y acostumbrado a tener lo que quisiera. Ella, que era su capricho de ese momento, se fue con él, borrachos los dos y unidos por primera vez desde que despertaran juntos.

Lo primero que hizo la española al llegar la casa de Thomas, fue ir al baño a deshacerse de el aquel trozo de plástico adherido a su coño. Luchando con el barrizal que se había formado en sus bragas, gracias a la abundancia de flujo propia de los primeros días de regla, reparó en que no había papel higiénico ni nada que pudiera servir como tal. Tampoco bidé. Se levantó como pudo hasta alcanzar la ducha, goteando rojo por todo el suelo del baño, sintiéndose imbécil por haber aceptado a irse con Thomas.

Mientras tanto, escuchaba las voces de la dueña de la casa discutiendo con el bávaro porque la había llevado ahí. Ella le argumentaba que eso era ilegal y que se iba buscar un lío, que él no podía meter a quien quisiera, que si era ya la tercera noche que la llevaba...


Diana no veía el momento de salir.


Aquella señora no paraba de gritar y ella le había dejado el baño como si acabara de pasar Jack el Destripador, a pesar del cuidado que creía haber tenido, para, acto seguido, meterse en la cama de su “hijo”, algo que estaba claro que no le hacía ninguna gracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario