martes, 2 de noviembre de 2010

----- El Rumbos



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EL
RUMBOS

A Noah, el belga simpatico, lo conocieron Diana y su compañera en el Rumbos, un bar situado en el centro de la ciudad junto a la plaza que todo el mundo llamaba parque (pero que no era más que una explanada con bancos frente a la catedral de la Asunción). Era su segunda noche en Baracoa, la última del año, e iban de la mano de la dulce Yaquelín, hija de la casera a la que le habían alquilado la habitación.

El local consistía en una terraza rectangular en la que convivían mesas y sillas con bailarines, una barra a cubierto en uno de los extremos y otras tantas mesas bajo techo en otro de los laterales. El resto del patio estaba rodeado de verjas enredadas con arbustos que daban a la calle y al parque central. Sobre las diez, el sitio se llenaba y los cubanos se agolpaban en la entrada esperando a que algún yuma les pagara el dólar que permitía acceder o que les pasara un ticket por las rejas. La música se escuchaba dentro y fuera y la vigilancia se volvía más blanda conforme iba avanzando la noche, convirtiéndose en un lugar mucho más interesante a altas horas.

Noah estaba sentado en una de las mesas de la terraza cuando Yaquelin se acercó.


-¿Nos prestas estas sillas?

-En realidad estaba esperando a gente... -respondió sonriendo.

-Pero mira, si tú nos dejas sentarnos nosotras te invitamos a un trago, ¿qué plan tienes mejor que un trago con tres muchachas bellas?

-No, no, si os prefiero a mis amigos, es que no me has dejado acabar- contestó con su fuerte acento francés-. Además, mis amigos llegan tarde, así que se han quedado sin sillas.

Era rubio, fibroso y con gesto simpático, con un español casi perfecto (con acento) que a la española resultó muy sexy.

Entre rones, las palabras cada vez eran más fluidas, al igual que las sonrisas. Sólo había que dejar actuar al alcohol.

En algún momento llegó Thomas (de blanco, pelo engominado hacia atrás, ni una palabra de español) y se sentó en la misma mesa. También estaba por ahí Omar, el cantante de reggae que había conquistado a Diana la noche anterior. Música, más ron, llegaron Bárbara y su padre, otro chico italiano... baile, más ron, lluvia...

Y se despertó al lado de Thomas.

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