martes, 2 de noviembre de 2010

Un - El inicio

EL INICIO

No era la mejor manera de empezar el día, o de terminar la noche: despertar sin reconocer el sitio donde estás y que te abrace una persona con la que no recuerdas haberte acostado.

Escenario: Baracoa, Cuba.

Protagonista: una chica de 23 años, española, que atraviesa la isla junto a una amiga para conocer la realidad cubana antes de que muera Fidel.

Era el tiempo en el que el comandante agonizaba sin abandonar el Gobierno, dejándolo en manos de su hermano de manera temporal y permitiendo a los rumores correr por las calles y en las páginas de los periódicos extranjeros sin darles la satisfacción de aparecer muerto. Aunque hubiera cambiado su sempiterno uniforme por el chándal o el pijama, su nombre seguía despertando respeto en cualquier isleño y la gente hablaba con recelo de lo que vendría después y de lo que ocurría a diario. Fidel era un gigante que se había convertido en un ser humano distinto al resto y los cubanos no sabían si querer o temer el momento en que desapareciera del todo.





Otros, sin embargo, paseaban por las ciudades cubanas convencidos de que ese fin estaba muy cerca y de que cualquier día se podían convertir en testigos privilegiados de un acontecimiento histórico: la caída de un icono del siglo XX. Periodistas disfrazados de estudiantes a la espera de la foto, comunistas nostálgicos y turistas, muchos turistas comunes que apresuraron su visita a la isla temerosos de que todo cambiara y ya no pudieran pasearse por calles llenas de cadillacs destartalados, cubanos sin mejor ocupación que el son y prostitutas a precios insuperables.

Hordas de extranjeros entre los que se encontraba Diana, con su mochila y su gesto arrugado, intentando hacer autoestop (o botella) y no pagar más de lo estrictamente necesario en un país que le había incrustado el cartel de yuma (o turista) en la frente y que no le dejaba ser nada más. Diana, que estaba huyendo de una huida primera, que tenía la cualidad de considerar gilipollas al noventa por ciento de las personas con las que se cruzaba y que tuvo que salir corriendo de la capital ante el empeño de los habaneros por ser sus amigos, sus amantes, sus caseros...

Ella y Bianca alcanzaron el extremo oriental de la isla un día antes de Noche Vieja, el 30 de diciembre de 2007, buscando un lugar con encanto y playas paradisíacas en el que disfrutar de su retiro exótico, dispuestas a empezar el año burlándose de la vida que habían dejado atrás, de las horas de trabajo de más y de la lluvia de esa otra isla desde la que llegaron.

Pero lo único que consiguió la española fue estrenar año con una resaca monumental y un tipo con pintas de yupi alcohólico. “¡Puto ron!”, pensó.

6 comentarios:

  1. Me emociono sólo de pensar que hago el primer comentario y ni siquiera he escrito nada de esto. Grandísima la propuesta, grandísimo el valor que hay que echarle y grandísima la Ámina, así en toda su totalidad. No me llevo comisión. Cuando algo no me gusta, también se lo digo. Pero la cosa promete y la tía cumple. Y sólo el esfuerzo ya es pa mear y no echar gota en El Malecón. Muero porque Fidel no muere!!!

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  2. la palabra de verificación era "pecar". lo juro. muy grande todo, oiga.

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  3. ¡Por fin! Buen comienzo. Una pega: creo que quienes no tengan un blog o una identidad en Google no pueden comentar.
    Ansío seguir el camino con Diana y Bianca.
    Beso gigante.

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  4. Es como asistir a una premier con la ventaja de la intimidad.
    Enhorabuena, emocionada me hallo.
    Grande!

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  5. Mi amigo Fra estuvo ahi hace unos meses y nada más llegar a habana se enteró de que Fidel hablaba en público tras 6 años (creo) sin hacerlo. Qué suerte... llegar y verlo.

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