jueves, 11 de noviembre de 2010

Cinco- Noah

NOAH

Diana bebía sintiéndose liberada de todas sus obligaciones, también del alemán. Tenía la sensación de que ese lugar, ese preciso hueco silencioso, era la punta de Cuba, de que esa playa angulada era el final hacia el Oriente y ese barco estancado la prueba de que era imposible salir de allí. Tampoco quería. Estaba bien, llevaba sandalias y era invierno. Además, tenía el regalo inesperado del belga, una segunda oportunidad. Recordó que le gustaba y por qué, coqueteó sin poder evitarlo, lo sacó a bailar a la arena y él se dejó llevar, convencido de que Bárbara no le iba a hacer ningún caso mientras estuviera aquel mulato allí. Se cayeron, se besaron y él se separó de ella entre risas.

-¿Y Thomas?
-¡Venga ya! Thomas y yo nos liamos porque estábamos borrachos...
-Ya, pero soy su compañero de habitación...
-Ya -respondió la española sin demasiadas ganas, separándose de él.

Decidió que el Puntón y se fue hacia el bar.

En el camino al Rumbos se cruzó con Omar, el rastafari guapo a rabiar que había conocido en su primera noche en Baracoa, la del 30 de diciembre, y con el que había intercambiado algunos besos. Le saludó y él pasó de largo sin apenas mirarla. No era su noche. Siguió su camino al Rumbos.

Después de todo, Thomas no estaba tan mal.

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