miércoles, 10 de noviembre de 2010

----- El Puntón

EL PUNTÓN

Después de la plaza y el gentío y provistas aún de botellas, Bárbara, Bianca y Diana caminaban junto a Noah y Fabrizio (el italiano) en dirección al paseo marítimo sin perder de vista a los los cubanos que iban por delante para que la policía nos les molestara por andar con extranjeros. Thomas, el alemán había preferido quedarse en su silla en el Rumbos, de donde, como él mismo dijo a Diana, nunca se movía.

El lugar de encuentros era una esquina remota de la playa donde había un barco abandonado y cubierto de óxido e historias, y donde un muro de un antiguo fuerte que les cobijaba de miradas indiscretas. Los chicos solían ir a ese sitio para terminar de seducir a extranjeras encontradas en el Rumbos. O para charlar sin sentirse asediados por “los perros”. Lo llamaban el Puntón.

Bárbara había estado allí esa misma mañana. Fue en el Puntón donde vio amanecer el primer día del año, después de que cerraran la terraza del Rumbos y ella y el mulato se fueran con la salsa a otra parte. Tras bailar y bailar bajo la lluvia, la pareja se había escapado a lo oscuro para seguir la fiesta sin miedos, él de avanzadilla y ella caminando unos metros por detrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario