jueves, 18 de noviembre de 2010

----- Mamá

MAMÁ

Su madre le había dado un sobre cerrado. “Para tu padre, para su cumpleaños”, le dijo.

El ron de la noche anterior se había apoderado de su cabeza y no tenía fuerzas para ver la cara de Manuel al abrir aquel sobre. Si se trataba de olvidar, eso no ayudaría.

El alcohol le golpeaba las sienes y la carta latía bajo su toalla, amenazando con salir sin permiso.

La arrugó y la mantuvo apretada en su puño cerrado, luego se dirigió al agua. Para que la resaca de las olas se la tragara y la llevara lejos, muy lejos; para que la deshiciera.

Yemeyá, diosa del mar, madre de todos los dioses.

Y Bárbara que caminaba por la arena sin querer pensar más, que se metía en el agua sintiendo cómo el frío iba empapando su piel paso a paso, cómo ese frío se le colaba en el estómago y el pecho, traspasaba la braga del bikini y soplaba su sexo. Cómo engullía la bola de papel mojado.

Rompió a llover y tuvieron que refugiarse en el techado del chiringuito. Allí compartieron mesa con las chicas y ella lo agradeció, dejando que la conversación fluyera sin necesidad de participar, permitiendo que fuera Manuel el que se entretuviera solo, confiando en él por un momento.

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