jueves, 25 de noviembre de 2010

Dos- Un mundo paralelo

UN MUNDO PARALELO

Bianca dejaba que el lápiz se deslizara por el papel mientras ella habitaba un punto medio entre ese sonido, el de las horas y el del dibujo que trazaba. Pintaba sin esforzarse demasiado, suave.

En más de un mes, apenas había abierto el cuaderno. No había estado mucho a solas desde que dejara La Habana.
A la italiana siempre le había gustado dibujar, desde chiquitita, y al hacerlo sentía cómo las cosas no habían cambiado tanto a pesar de todo. Años y kilómetros se reducían, se condensaban y se convertían en una veintena de hojas de papel con su propia evolución. Turín, Montpellier, Galway, Baracoa.

No había querido acompañar a Diana al Rumbos porque pasaba de ver a Yoandri. La noche anterior, cuando Yaquelín le había presentado al mulato, le pareció simplemente feo. Con algunas cervezas más y bastante conversación, el pintor comenzó a tener su encanto. Fabrizio intentaba bailar salsa con Yaquelín y ella decidió que estaba demasiado borracha y en aquel lugar corría el peligro de acabar dando vueltas en los brazos de cualquiera. Yoandri se ofreció a acompañarla a casa, ella aceptó y, en alguna calle sin asfaltar ni iluminar, se besaron.

En el papel, una mulata de exagerado culo comenzaba a tomar forma. Color chocolate para la piel y rojo para la tela.

Miró al mar medio revuelto bajo los ladridos de las nubes. Miró la playa de arena color barro y llena de porquería. No era eso lo que había imaginado cuando planeó su viaje a Cuba, tampoco contaba con los cubanos. Hacía mucho tiempo que no contaba con los hombres.

Su vida en los últimos dos años había sido trabajar y ahorrar, con el único objetivo de dejarlo todo un día e irse de viaje a cualquier sitio en el que los euros significaran una fortuna y donde pudiera vivir con lo mínimo mientras fumaba hierba frente al mar.

Cuba no fue lo más acertado.

Dibujando recordaba a su padre, el que siempre le animó a que siguiera por ese camino y a que no abandonara sus estudios de arquitectura. Pero la urgencia económica fue más fuerte que su vocación. No tenía un duro, había perdido la beca del Estado al suspender más de lo que se permitía y no quería pedir dinero a quien no se lo podía dar. Dejó provisionalmente Italia y los estudios y no había vuelto más que de visita. De eso hacía casi cuatro años.

Provisionalmente. Todo era por un tiempo en su vida.

La cabeza de Bianca, sin embargo, no había perdido el hilo. Seguía parada en el mismo punto: el día en que decidió buscarse la vida para, ya con dinero, retomar su sueño, el de su padre. Esperaba volver a estudiar en breve, quizás en un país o una ciudad distinta, encontrar a alguien por el que moverse, ser feliz.

Romántica Bianca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario