lunes, 29 de noviembre de 2010

----- Las casas de alquiler

LAS CASAS DE ALQUILER

Las casas de alquiler eran la opción de alojamiento más barata y agradable en Cuba. Con ellas, el Gobierno permitió que los ciudadanos se beneficiaran directamente del turismo y también ayudó a crear una diferencia abismal entre las viviendas de los que trabajaban con extranjeros y los que no.

Todos creían que yendo a una casa cubana conocerían la realidad de los hogares y estarían más en contacto con la cultura de la isla. Sí y no.

No, porque los cubanos que no alquilaban no tenían casas como aquéllas en las que dormían ellos. No solía haber agua caliente, ni camas de sobra. Aunque había clases, también allí.

Para alquilar, además, necesitaban cumplir unos requisitos que eran muy difíciles de conseguir para un trabajador cualquiera, a no ser que contara con una ayuda del exterior (con la que arrancaba la mayoría).

Aun así, seguían siendo preferibles a un hotel.

Tampoco comían como lo hacían los turistas en su propia mesa.

Las casas de alquiler pagaban unos impuestos bastante elevados y estaban muy controladas. Según lo turística que fuera la zona, el tributo a entregar al Estado variaba, pero no cambiaba en las diferentes temporadas, lo que hacía que muchos temieran la escasez de extranjeros.

Cada vez que dormían en una de ellas, eran registrados para dar parte a la mañana siguiente en la oficina que se encargaba específicamente de los inquilinos. Si una persona pasaba la noche en una casa de manera ilegal (sin registrarse), la multa para el casero era considerable.

Los cubanos no podían dormir en casas de alquiler a no ser que tuvieran pasaporte (y a veces ni así). Para los isleños existían hoteles especiales mucho más baratos o campings de poca calidad (con alguna excepción).

A raíz del descaro con el que se ejercía el turismo sexual, el Gobierno prohibió estrictamente que los extranjeros pudieran llevar a las habitaciones a acompañantes. Por ello la casera de Thomas se oponía a que Diana siguiera durmiendo allí. O esa era la teoría. En la práctica, ella no era cubana y tampoco es que estuviera alojada ilegalmente, ya que estaba pagando una habitación en otra casa. La mujer, de todas formas, prefería presionar y que la española se mudara allí, así sería una boca más para comer y más dinero para ingresar.

Cada uno tenía que defender sus dólares.

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