miércoles, 17 de noviembre de 2010

----- Fabrizio y la salsa

FABRIZIO Y LA SALSA

Yaquelín había arrastrado a Fabrizio al centro de la pista. Un mes en la isla no resultó suficiente para dominar la salsa, más teniendo en cuenta su miedo a las isleñas y la distancia que procuraba mantener con ellas. Sin embargo, probaba, sumiso, obedeciendo al undostres cincoseissiete que le marcaba Yaquelín, dulce y paciente, al oído. Primero lento, fuera de música, luego cada vez más rápido, buscando fluidez hasta perderse en una maraña de pasos en la que no había ni unos ni doses ni vueltas ni nada. “Ya lo cogerás”, le decía ella, “esto es práctica, como todo”. Él sonreía incrédulo pero divertido, esforzándose por disimular su torpeza y camuflarse entre las parejas-torbellino que se movían a su alrededor. “Esto es así”, continuaba ella, “primero lo haces lentamente, luego lo intentas cada vez más rápido, concentrado y tieso, como se ponen ustedes al bailar, y ya cuando estés confiado te volverás a perder, ya lo verás. Pero si aguantas, al final lo aprendes y ya lo haces sin pensar. Porque esto hay que hacerlo sin pensar”.

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