jueves, 23 de diciembre de 2010

Un- El nudo

EL NUDO

No esperaba encontrarse a nadie. No le apetecía. No en el paseo y tras no haberse podido despedir de Thomas. Pero allí estaban Bianca y Bárbara, fumando un cigarro cerca del mercado. Paró.

-¡Hey, chicas! ¿Qué tal?
-¡Hey! –respondieron ambas, casi a la vez.
-¿Y Thomas? ¿Dónde lo dejaste?- preguntó Bianca.
-Thomas se acaba de ir…
-¿Y eso? Si ayer dijo que se quedaba un día más... -continuó la italiana.
-¿Qué? –preguntó Diana perdida.
-Ayer... ¿No te acuerdas? Cuando estábamos Yoandri, Thomas, tú y yo en el parque.

Diana seguía sin recordar, pero eso no era nada nuevo.

Cuando te preguntó si querías casarte con él y se cayó al suelo intentando ponerse de rodillas...

Tampoco recordaba aquello.

-¡Estabais tan graciosos! -siguió Bianca-. Después dijo que se quedaba un día más. Quería que fuera una sorpresa...

Entonces lo recordó. Lo recordó perfectamente. Ambos sentados en uno de los bancos del Parque Central, Bianca y Yoandri en el de enfrente. Thomas le dijo, les dijo, que se quedaba un día más. Había olvidado por completo lo de la sorpresa. Ésa era la sorpresa.

Lo recordó todo y les pidió un cigarro para romper la bola de saliva seca que se le estaba atascando en la garganta.

-Al final ha decido marcharse hoy…-contestó, mientras se encendía el pitillo, sin ganas de seguir con aquella conversación y con muchas de hacerlo con el camino al Parque Central, o a casa.

Entonces apareció Eddy. Estaba extraño. Bianca recordó lo que le había contado Bárbara y se acercó al oído del cubano para preguntarle si habían tenido algún lío con el policía.

En cuanto Eddy escuchó la palabra “policía”, se le transformó la cara. Miró a su alrededor y vio un uniforme a unos 20 metros de él, en el camino de la playa. El esbirro parecía esperar a algo o a alguien y le miraba. Aquello pintaba muy mal. Eddy intentó disimular y seguir conversando con las chicas, pero era incapaz de construir una frase con sentido. Se despidió, y arrancó a andar paseo adelante. Miró atrás dos o tres veces en apenas diez segundos, no hacia ellas, sino más atrás, hacia el policía, que empezó a andar en la misma dirección.

Eddy arrancó a correr y el uniformado hizo lo mismo que él.

Al pasar al lado de Bianca, ésta sacó una pierna, el policía tropezó, cayó al suelo, la maldijo, se levantó y retomó la carrera mientras volvía a maldecir.

-¿Qué ocurre? –preguntó Bianca contrariada.

Una señora que pasaba por allí empezó a renegar de los delincuentes: que cómo estaba la cosa, chico, que se andaran con ojo, que qué había pasado. Diana intentaba terminar con la conversación rápido: “Nada, señora, no sé, el muchacho no estaba haciendo nada”, Bianca ni siquiera se esforzaba por entender lo que aquella mujer decía.
“Algo habrá hecho”, insistía la señora…

Bárbara corrió a reunirse con su padre. “A las nueve en el Rumbos, si no ocurre nada que lo impida”, les recordó antes de marcharse. Bianca y Diana se fueron hacia el Parque, inquietas.


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