jueves, 9 de diciembre de 2010

Tres- Playa Blanca

PLAYA BLANCA

El camino a Playa Blanca era precioso y el nombre del lugar evocaba a una cala de arena fina y suave, un sitio “idílico para tomarse un tentempié al ponerse el sol” como decía la guía. Pero Jimena les advirtió sobre lo peligroso de quedarse en esa hora.

-Con cuidado, muchachos. Que en Playa Blanca los jejenes son terribles. En un segundo te comen. Más a los extranjeros…

Bárbara no paraba de rascarse, las mordeduras de la noche anterior le molestaban más cuando se acordaba de las palabras de Jimena, pero no podía negarse a acompañar a Manuel. Ese día parecía triste y últimamente ella no le había hecho demasiado caso.


La arena no resultó tan blanca como Bárbara se había imaginado. Mirando un poco más allá de la mierda que se apilaba en los bordes de la playa, se podía ver el lugar más o menos paradisíaco del que hablaba la guía. Las lluvias en esa época atacaban a diario los paisajes de la isla arrastrando hojas y basura y dejando el mar revuelto y oscuro.

Nada era tan limpio por allí. ¿Por qué lo blanco siempre se asociaba a la pureza? En Cuba el lenguaje estaba lleno de expresiones vejatorias para los negros y ellos mismos las usaban sin reparo. Pelo bueno y pelo malo: “Bueno es como el que tiene Bianca, todo liso, y malo es así”, le había dicho Yuri mientras señalaba su cabeza, “como lo tendría yo si lo tuviera más largo, encrespado, con rizos, de negro”.


Pelo bueno y pelo malo, ¿qué serían sus rastas? Malo, seguro. No tenían ningún sentido esas expresiones racistas en Cuba, donde un tercio de la población era mulata o negra, pero así ocurría. La discriminación tenía un funcionamiento simple: los blancos se creían superiores a los mulatos y éstos a los negros, con todos los matices de color que cupieran entre medias. En el día a día todos trataban con todos y no se establecían diferencias, pero en las conversaciones no era raro que se colaran comentarios del tipo, “ten cuidado cuando vayas sola que hay gente de todo tipo y muchos que roban a los turistas, sobre todo los morenos”.


Y era cierto que, después de casi 50 años de Revolución y de leyes antidiscriminación, con negros ocupando puestos de todo tipo en la Administración del Estado, la Universidad y demás, en las cárceles del país seguían predominando las pieles oscuras, sobre todo cuando se trataba de delitos comunes como robos. Los blancos sólo representaban en eguían siendo la clase privilegiada. ¿Cuánto tiempo hacía falta para superar realmente esas diferencias? ¿Cuántas generaciones? ¿Era posible?


Llevaba casi un mes viajando por la isla y de las nueve casas de alquiler en las que había dormido, sólo una pertenecía a una mulata (casada con un blanco). Tampoco en los entornos cercanos a Castro eran mayoría.


Sin embargo, los cafeconleche eran uno de los productos más exportados del país, tan afamados y codiciados como el ron, los puros y la salsa. A Bárbara le gustaban los mulatos, le encantaban. Yuri, sin embargo, prefería las blanquitas como Bárbara, como la novia que tuvo y sobre la que no le gustaba hablar. Ésa que se fue con un extranjero.

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