martes, 14 de diciembre de 2010

Tres- Querer o ser quierido

QUERER O SER QUERIDO

Aún estaba el sol alto cuando Bárbara y Manuel decidieron volver a casa.

-¿Qué vamos a hacer hoy? -preguntó Manuel irónico.
-No sé -Bárbara le siguió la broma-, podemos ir al Rumbos, que me han dicho que está bien.
-¡Ah, sí! Me gusta ese sitio. Podemos tomarnos unos mojitos, luego yo me sentaré a ver bailar a las parejas, tú podrás bailar con Yuri, yo me cansaré, tú te quedarás y mañana dormirás hasta tarde.
-Noto cierto resquemor en tus palabras, mi papi chulo.
-No, no. Tú ya eres mayorcita para hacer lo que quieras.
-¿Qué es lo que te molesta?
-Nada.
-No, nada no. Está claro que te molesta algo... dime qué es.
-No es nada... es sólo que sigues siendo mi pequeña y hay ciertas cosas que me cuestan.
-¿Cómo qué? ¿Verme con chicos? -Manuel no contestó-. Es eso, ¿verdad? Pero, papá, si tú has conocido a más de un novio mío y me has dejado dormir con ellos en casa y todo, ¿qué te extraña ahora?
-Pues eso, precisamente: que no se trata de ningún novio. Se trata de un muchacho cubano, que es un encanto, por supuesto, pero tú sabes en la situación que viven aquí y por qué tienden a juntarse con extranjeros... lo que me preocupa es que no seas consciente de lo que estás haciendo.
-¿Y qué estoy haciendo? Si se puede saber.
-Eso me pregunto yo: ¿qué estás haciendo con Yuri? ¿Te gusta o es sólo un pasatiempo? ¿Él te trata bien y tú le pagas los rones?
-¡Por Dios, papá! ¿Qué estás insinuando? ¿Que estoy comprando los favores de Yuri?
-No es eso. Lo que me preocupa es que lo estés haciendo sin darte cuenta. Tienes que contextualizar las cosas. Él no es un chico cualquiera y tú tampoco lo eres para él.
-¿Y si te dijera que le quiero? ¿Cambiaría eso las cosas?

La cara de Manuel se contrajo.

-¡Aha! -Exclamó Bárbara-. ¡Ahí te quería ver yo! Eso no te gustaría nada, ¿no es cierto?
-¿Le quieres? -se atrevió a preguntar el padre.
-No, papá, no le quiero. O al menos no de la manera que tú crees. Es un chico estupendo y lo pasamos bien juntos. Punto. No hay que comerse más la olla. Yo no hago nada que no haga en España o cualquier otro lugar.
-Pero esto no es cualquier lugar.
-Entonces, ¿qué? ¿No me puedo relacionar con la gente de aquí? ¿No les puedo invitar a un ron si me da la gana porque yo me lo puedo permitir y ellos no?
-Yo no he dicho eso...
-Prefiero relajarme. Prefiero obviar ciertos riesgos y correrlos. Y tú deberías hacer lo mismo.
-¿El qué? ¿Acostarme con alguna mulata?
-Liberarte, papá. Ser capaz, por un momento, de olvidar a mamá.
-¿Y por qué tengo que olvidarla?
-Papá, despierta. Se acabó. ¿Entiendes? Mamá no va a volver contigo. Hace mucho que vive ajena a ti, lejos de ti, incluso cuando estabais juntos.
-¿Por qué te empeñas en mostrarme la verdad? ¿Por qué te crees que soy imbécil?
-Yo no he dicho eso...
-Sí lo has dicho. Lo haces constantemente. ¿No se te ha ocurrido pensar que yo no quiera olvidarla? ¿Que sea lo mejor que me ha pasado?
-Pero te ha hecho sufrir, papá...
-Y disfrutar, Bárbara... estoy harto de que todo el mundo me trate como una víctima. ¿Qué es mejor: haber querido durante más de 20 años a la misma persona o haberlo intentado sin conseguirlo? Yo no he sufrido, Bárbara. Querer es lo más bonito que te puede pasar, más incluso que ser querido y no envidio a tu madre... ella es la que ha sufrido más, porque es incapaz de querer. Y acostarme con alguien no va a cambiar nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario