martes, 7 de diciembre de 2010

Siete- Fuga de cerebros

FUGA DE CEREBROS

Bárbara aún no se había levantado cuando Diana tocó el timbre, ni siquiera le había dado tiempo a asimilar que ya era un nuevo día.

Abrió la puerta con los ojos hinchados y algo parecido a un pijama. Diana rio al ver la estampa.

-¡Vaya cara que me traes!
-¡Hija de puta! Si me has despertado tú... ¡No son horas!
-Era una urgencia, en serio, si no nunca hubiese osado, lo sabes.
-Anda, pasa.
-¿Y tu padre?
-Ha salido a pasear, siempre lo hace. Tenemos horarios distintos.
Cerró la puerta y la invitó a que le siguiera. Se sentó a comer en una estupenda mesa de desayuno.
-¿Has comido?
-Sí, gracias. Además tengo la barriga revuelta, entre la resaca y la regla...
-¡Uf! Yo tampoco estoy demasiado católica. Ayer me comieron los jejenes.
-¿Dónde?
-En la playa, que no se me ocurre otra cosa que irme con Yuri ahí. Y no sabes lo que me arrepiento.
-Tú lo has dicho: se te podía haber ocurrido otra cosa.
-Ayer me parecía una idea estupenda.
-Ya, claro. Supongo que tampoco tendríais muchas más opciones –contestó Diana con guasa.
-No muchas, la verdad. Podemos ir a su casa, pero a mí no me hace demasiada gracia.
-¿Has ido?
-Sí, fuimos anteanoche, pero es deprimente. Vive en un piso medio derruido con su abuela, que ni puede bajar a la calle porque no camina bien y en el bloque faltan escalones...
-Uf.
-No me lo imaginaba así. En la calle, hablando con la gente, tampoco puedes saber quién tiene papel higiénico y quién usa el Granma para limpiarse el culo. Unos y otros visten bien, hablan bien, tienen estudios y sonríen. Sólo cuando entras en sus casas sabes si ganan en dólares o en pesos.
-Sí, en cuanto sales de las casas de alquiler y el mundo construido para los turistas, es cuando se ven esas contradicciones.
-No sé, me sentí rara. No estaba cómoda allí, probablemente porque no me lo esperaba, por lo menos no tan fuerte. Tía, le quitó la sábana a su abuela para que durmiéramos nosotros en el balcón. A esa pobre mujer que lleva años encerrada en el piso, dependiendo de su nieto para cualquier cosa. De repente me di cuenta de lo alejados que vivimos de la pobreza en España. Aunque esté ahí, cerca de nuestra casa, no la tocamos. Mucho menos nos acostamos con ellos.
-No es fácil, como dicen aquí.
-Me sentí fatal cuando entré a casa de Yuri, porque mi primer impulso fue el de salir corriendo. Sentía entre asco y, no sé, pena. Encima me sentí mal por eso también, porque no me parecía justo pensar de aquella manera, compararlo todo con lo mío, con mi forma de vida.
-Ya. Es una mierda. El problema es que si quieren mejorar o luchar por hacerlo, tampoco les dejan. No pueden hacer obras en sus casas sin el permiso y sin dinero. Con lo que ganan es imposible que hagan nada más que comer y pagar lo básico y el dinero que consigan por otras vías es ilegal, claro.
-Sí, pero, ¿qué sería Cuba si no fuera lo que es? ¿Cómo estaría? ¿A qué país de América Latina sería comparable? A mí lo que me parece mal es mi propia reacción, mi tendencia a juzgar sin darme cuenta, el que me diera asco un lugar tan sólo por estar viejo, porque estaba amarillo, que sintiera lástima y compasión... no sé. Al fin y al cabo, nosotros vivimos en una abundancia absurda. Si lo piensas, ¿qué parte de lo que consumimos nos correspondería en un reparto equitativo de la riqueza? A lo mejor todos deberíamos vivir como viven los cubanos, restringir nuestro hambre de bienestar...
-El problema de este país no es la pobreza, es la falta de libertad: para hablar, para moverse dentro de Cuba, para viajar..
-Ya ¿Cuánta gente viaja en España? ¿Cuánta lo hace en los países llamados subdesarrollados o en vías de desarrollo? ¿Cuál es el porcentaje de universitarios en Brasil, en Argentina, en nuestro país, sin ir más lejos?
-Está claro. Pero aquí les dan cultura y luego no les dejan usarla. Cuando la gente tiene las necesidades básicas cubiertas desarrolla nuevas necesidades, es simple. Los cubanos aprenden de aquí y de allí, están en continuo contacto con extranjeros, saben más de lo que se les cuenta y tienen las herramientas para llegar más lejos de lo que se les deja. Igual se solucionaba todo con permitirles viajar.
-Supondría una fuga de cerebros.
-No creo que se fueran todos. Los cubanos aman su país y, efectivamente, no van a encontrar lo que tienen aquí en otros lugares. De todas formas, con las restricciones que hay, sigue habiendo fuga de cerebros.
-¿Sabes? Estoy leyendo Cien horas con Fidel, de Ramonet, y dice que en los primeros años de la Revolución se marcharon más de 250.000 personas, la mayoría eran médicos, ingenieros, profesores... Tuvieron que empezar de nuevo, sobre todo con los médicos, que son su orgullo.
-Y ahora los mandan a Venezuela a cambio de petróleo, donde más de uno se acaba quedando de manera ilegal.
-La Operación Milagro -rio Bárbara-. Ah, no, eso eran los oftalmólogos, ¿no?
-Sí. No sé. No me gusta pensar mal de todo esto. Parece que estás con ellos o contra ellos, que si criticas lo que está pasando aquí estás defendiendo a Estados Unidos. Pero no puedo verlo con buenos ojos si la mayor parte de ellos lo condena de una u otra manera. Me parece hipócrita venir y decirles que son unos afortunados, que podrían estar mucho peor, cuando se lo estás diciendo tú, que no vives aquí y que tienes más de lo que necesitas, tanto, que te puedes permitir darte un paseo por su país y observarles como un interesante experimento sociológico. ¿No?
-Yo prefiero no verlo así. No quiero ser una turista, no me gusta. Mi padre y yo somos viajeros, es lo que siempre hemos sido.
-Aquí todo el mundo es turista, Bárbara. Eres una yuma más, acéptalo.
-¡Me niego! En serio. No quiero verlo así, ni puedo ver a los cubanos como listillos que sólo quieren sacarte dinero. Lo que me he encontrado hasta ahora es gente estupenda.
-Ya. Será que yo soy muy escéptica, no sé, pero me cuesta fiarme de ellos. Y más de los hombres. Por cierto. ¿Qué tal te va con Yuri?
-Muy bien, pero nada serio, ya sabes.
-Ya sé.
-¿Y tú con el alemán?
-Pues lo mismo... Por cierto, he quedado con él y llego ya tarde. ¿Tienes el tampón por ahí?
-Sí, espera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario