miércoles, 26 de enero de 2011

Vuelta

Yolenys intentó abrir la puerta del cuartel desde la calle. Al no poder, empezó a golpearla con la palma abierta y a gritar.

-¡Oigan! ¿Es que no hay nadie aquí? ¡Ábranme!
-Tranquila, mujer… -un hombre uniformado apareció al otro lado-. ¿Qué sucede?
-¡Perdí a mi marido! –comenzó a relatar la mulata nerviosa.
-Pasa, pasa, muchacha.
-¿Qué es todo esto? –Preguntó Yolenys extrañada al ver al grupo al completo en la sala-. ¿Qué pasó?
-Eso no es asunto suyo, usted venía por otro motivo…
-Por mi marido –dijo la mulata volviendo a su hablar alterado.
-¿Qué le ocurre a su marido?
-Que está desaparecido. Discutimos y ahora no le encuentro. Él estaba borracho…
-¿Cómo se llama su marido?
-John, John Deagan. Él es canadiense.
-Chica afortunada.
-¿Cómo?
-Pues que es una chica afortunada: a su marido lo tenemos nosotros.
-¿Dónde está? ¿Está bien?
-Él está bien, sólo un poco tomado. Está durmiendo en uno de los cuarticos.
-Ok. Entonces me lo llevo.
-No puede hacer eso. Su marido está acusado de prender fuego a una vivienda.
-¿Qué? Eso es una bobada. ¿Para qué iba John a prender fuego a ninguna casa?
-Eso es lo que queremos saber, pero tenemos que esperar a que se le pase la borrachera.
-Pero, ¿por qué dicen que John hizo eso?
-Encontraron esto al lado de la casa incendiada –el policía sacó la lata de gasolina vacía, que Yolenys reconoció enseguida– y alguien nos dijo que este bote pertenece a su marido. ¿Lo reconoce?
-No. Yo no vi en mi vida este bote.
-¿Seguro? Esta marca de petróleo es canadiense y no hay muchos canadienses por acá… Igual alguien se la robó.
-Puede que alguien se la robara. ¿Por qué tienen a mi hombre aquí encerrado entonces? Déjenlo ir para casa y mañana le preguntan.
-No, chica. No se puede. Esta noche es complicada… A mí me gustaría hacerle algunas preguntas, si no le molesta.
-¿Y si me molesta?
-¿Tiene usted algo que esconder?
-Yo no tengo nada que esconder porque no hice nada malo, por eso no me tiene que preguntar nada.
-Bueno, son sólo algunas preguntas. Algo rápido. Un ratico nada más.
-¿Tengo elección?
-Sea buena. ¿Conoce a alguno de los que están allá? -dijo señalando a los detenidos.

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