TÚ SÍ, YO NO
Bianca también habló con su consulado y les dijo que se pusieran en contacto con el español a través del teléfono de emergencias, tal y como le había dicho Manuel. Las instrucciones fueron parecidas y la italiana volvió a su sitio con paso resignado, se sentó al lado de Yoandri, le dijo al oído que no se preocupara, que era cuestión de tiempo, y se hizo una bola entre los brazos del mulato.
Él le acariciaba el pelo liso y rojo, suave.
-Es cuestión de tiempo para ti. A mí no me dejarán marchar tan fácil –susurró él.
-Yo no me iré hasta que no te suelten a ti.
-Aunque me suelten… Cuando estemos fuera será igual: tú te irás y yo me quedaré.
Bianca le hubiera gritado “¡Vente conmigo!”.
Bianca también habló con su consulado y les dijo que se pusieran en contacto con el español a través del teléfono de emergencias, tal y como le había dicho Manuel. Las instrucciones fueron parecidas y la italiana volvió a su sitio con paso resignado, se sentó al lado de Yoandri, le dijo al oído que no se preocupara, que era cuestión de tiempo, y se hizo una bola entre los brazos del mulato.
Él le acariciaba el pelo liso y rojo, suave.
-Es cuestión de tiempo para ti. A mí no me dejarán marchar tan fácil –susurró él.
-Yo no me iré hasta que no te suelten a ti.
-Aunque me suelten… Cuando estemos fuera será igual: tú te irás y yo me quedaré.
Bianca le hubiera gritado “¡Vente conmigo!”.
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