viernes, 14 de enero de 2011

Tres- ¿Quieres casarte conmigo?

¿QUIERES CASARTE CONMIGO?

En el Puntón la noche transcurría casi normal. Las noticias de la detención de Omar y de las preguntas sobre Helen habían inquietado a todos, pero no era la primera vez. Y la mejor solución era siempre beber más y más rápido.

Yuri y Bárbara se habían desmarcado de Diana y Omar y aprovechaban un rincón en la playa, detrás de unos setos, para hacer el amor. Bárbara sentía la arena fría bajo su culo desnudo y la calidez de Yuri sobre él. El mulato se movía con suavidad mientras le susurraba.

-Mi linda… Cómo me gusta hace el amor contigo, Bárbara.
-A mí también, Yuri. No pares, por favor…
-Date la vuelta.

Ella obedeció sin preguntar. Le encantaba que él la convirtiera en su juguete, que quisiera hacer cosas con ella, que le diera instrucciones. Entonces sintió cómo su polla se apretaba contra su culo.

-¡No! ¡Por ahí no, Yuri!
-¿Por qué no, chica? ¿Es que no te gusta o qué?

La española se resistió entre risas.

-En serio, yo eso no lo hago.
-¿Por qué? ¿Nunca probaste?
-Pues no, pero no creo que tú seas el mejor para probarlo.
-¿Cómo es eso?
-¿Has visto el tamaño de tu polla?
-¡Mejor, muchacha!
-No en este caso.
-Ok, ok. Tranquilízate. Vamos a seguir. Yo te la meto por donde siempre, ¿ok? Pero quédate así.

Y se la metió hasta que ya no había nada más que meter, una y otra vez, buscando el fondo y llegando al orgasmo. Todavía con la verga dentro, se acercó al oído de Bárbara.

-Adoro chingar contigo. Eres muy sexy, Bárbara. No te vayas.
-Ya quisiera yo poder quedarme un poquito más, pero mi padre está harto –la española se zafó del mulato y empezó a vestirse.

Yuri corrió a la orilla con la camisa aún puesta y el culo al aire, metió los pies en el agua y se agachó para limpiarse. Bárbara volvió a desvestirse se acercó corriendo al agua y allí agarró al mulato hasta meterlo dentro, con camisa y todo.

-Pero tú te marchas mañana y yo no te voy a volver a ver -el mulato siguió con la conversación entre besos.
-¿Quién sabe? A lo mejor vuelvo o viajas pronto a España.
-Ya. Seguro.

Bárbara sabía que era cierto. Más allá de que aquel chico le gustara, más allá de lo bien que lo habían pasado, más allá de que no estuviera enamorada de él, le dolía saber que ella se iba y él se quedaba y se quedaría, porque no podía hacer otra cosa.

-Es nuestra última noche. Vamos a gozarla, ¿no?
-Pero yo quiero gozarte hoy y mañana y todos los días. Yo quiero casarme contigo.
-Claro, chico -bromeó Bárbara.
-Hablo en serio, Bárbara. Cásate conmigo.
-¿Qué dices, Yuri?
-¿Por qué no?
-¡Pues porque no!

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