jueves, 27 de enero de 2011

Seis- Los relojes/el tiempo

LOS RELOJES / EL TIEMPO

Yoandri y Bianca se abrazaban como podían doblados entre el suelo y la pared. Fuera llovía a ratos. La italiana se acurrucaba cada vez más fuerte entre los brazos del mulato, como si pudiera alcanzar la cercanía que le hiciese olvidarse de todo aquello y pensar que aún estaban en la casa de madera desvencijada, desnudos y dormidos. Le importaba estar detenida y le cabreaba, pero lo que más le importaba era pensar en lo que vendría después, si es que venía algo: que a ella la soltaran y a él no, que los soltaran a ambos… El tiempo se estaba acabando. No aquella noche, que era interminable, sino el tiempo en la isla, el de Baracoa. Y eso significaba comenzar el viaje de vuelta hacia el frío del norte de Italia en invierno… No quería irse de aquellos brazos y del calor de ese cuerpo duro y redondo, de sus manos grandes entre las que se deshacía como nunca antes se había deshecho. Al mismo tiempo, necesitaba salir de allí, de la comisaría y de las calles por las que tenía prohibido ir de la mano de Yoandri. No podía dormir. Se apretaba más contra el torso de su compañero y cerraba más fuerte los ojos, sin que sirviera para nada. Los minutos no estaban pasando sino pesando, acumulándose en su estómago en forma de vacío. Ella los llenaba de nuevos miedos y cuestiones que no había querido hacerse antes: miedo a que su historia con Yoandri se acabara ahí, miedo a perderle, miedo a esos miedos que significaban que aquello era algo más que una aventura, miedo a pensar en términos futuros con un cubano, al fracaso, a las complicaciones.

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