miércoles, 19 de enero de 2011

Siete- El incendio


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EL INCENDIO


Cuando Roberto y su compañero llegaron a la casa, todavía se podía oler la madera quemada aunque ya no quedaban llamas. No había alcanzado apenas el interior de la vivienda, pero el porchecito y la mecedora estaban carbonizados. Una mujer se lamentaba de su mala suerte mientras iba abrazando a sus nietos uno por uno, tocándoles la cara y llenándosela de tizne.

-¿Cómo está esto? -preguntó Roberto a un bombero.
-Está tranquilo, está bien. No se quemó más que un poco del frontal.
-¿Y la gente cómo está? ¿Cuántas personas viven acá?
-Son 13, entre la abuela, las hijas, los maridos y los nietos. Están todos bien. Los que estaban en la casa, porque uno falta.
-¿Y dónde está el que falta?
-¿Cómo voy a saber yo? Eso no importa, chico. Lo que aquí importa es que este incendio no fue ningún accidente.
-¿Y eso? ¿Qué pasó?
-Pasó que alguien regó con petróleo, y le prendió candela. Encontramos este bote aquí mismo –le mostró una lata de gasolina vacía-. No tuvieron mucho cuidado.
-¿Ya hablaron con la familia?
-Allá está la abuela. Ella es quien manda acá.

Los policías se acercaron a la abuela. La mujer se movía enérgica y enfadada, maldiciendo al desgraciado que les había hecho eso. Una de las hijas charlaba con las vecinas y los padres movilizaban a los chicos para empezar con los arreglos de la casa en ese mismo momento.

-Disculpe, señora -se acercó Roberto.
-Mire, miren lo que hicieron con mi casa. ¿Adónde vamos ahora?
-No se preocupe, señora, que ustedes no van a dormir en la calle.
-¿Pero qué clase de maníaco hizo esto?
-Eso es lo que nosotros queremos descubrir. ¿Tenían ustedes problemas con alguien?
-Nosotros no tenemos problemas con nadie. Pregunte a los vecinos. Es toda mi vida que yo estoy aquí y jamás, jamás he tenido problemas con nadie. Ni yo ni mi gente. Somos personas corrientes.
-Pero esto fue provocado… le dice algo este recipiente.

El policía le enseñó la lata de gasolina vacía.

-Ay, no sé. Ahora mismo estoy demasiado alterada para pensar.
-¿Y su gente?
-¿Mi gente qué? -contestó la vieja a la defensiva.
-Que cómo están.
-Estamos bien, gracias a Dios y al Cobre.
-¿Están todos aquí fuera?
-Sí- respondió la mujer, sin dudar.
-Pero me dijeron que uno de sus nietos falta.
-Pero es porque está festejando, no estaba en la casa cuando se cogió candela. Él no tuvo nada que ver con esto.
-¿Y por qué piensa que yo lo estoy culpando? Yo sólo pregunté por él.
-Ya. Déjenlo tranquilo, me oyeron. Bastante tenemos con lo que tenemos.

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