lunes, 17 de enero de 2011

Seis- Escena en la comisaria

ESCENA EN LA COMISARÍA

Roberto había llegado al cuartel con las axilas empapadas y la ropa manchada de barro.

-Llegó Robertico. ¿Cómo estás, asere? -dijo el primero de ellos al ver entrar a su colega.
-Pues, mira cómo vengo.
-Sí chico. ¿Estuviste corriendo la maratón o qué?
-A mí ni te me acerques hasta que no te laves -le advirtió la otra policía.

Pero él no estaba para muchas bromas.

-Un desgraciado me tuvo correteando por todo Baracoa.
-¿Y eso, chico? ¿No tendrá nada que ver con el asunto de la droga ésa?
-¿Qué droga? -disimuló Roberto.
-No, asere, está todo el departamento medio revolucionado con una llamada de un tipo que denunció a unos muchachos porque los vio con un paquete de droga de los que llegan de vez en cuando. Y el teniente anda gritando a todo el mundo. Ya tú sabes, ¿no?
-Sí yo sé. Óyeme, ¿y quiénes son esos muchachos?
-Helen Balbin y sus compinches.
-¿Los chicos del reggae?
-Esos, asere. Son siempre los mismos. Pero esta vez parece que andan en algo más gordo, con yumas y mucha droga.
-¡Serán desgraciados! ¿Sabes que el que se me escapó era uno de ellos?
-¿Quién? ¿Helen?
-No. Otro. Uno pelón y chiquito. Yo le agarré con dinero y él no me quiso decir de dónde lo sacó. Comenzó a correr y al final lo perdí en el camino del aeropuerto. Se desapareció entre las plantaciones y me dejó con cara de bobo.
-A mí no me extrañaría que eso tuviera que ver con lo de la droga… -intervino la mujer-. Mejor será que hables con Varela.
-¿Qué me tiene que decir? -dijo Serafín Varela, detrás de la policía.
-Buenas noches, mi teniente. Les comentaba a los compañeros que precisamente vengo de perseguir a uno de los amiguitos de Helen Balbin al que agarré con una buena cantidad de dinero.
-¿Quién era él y dónde lo vio por última vez?
-Yo no sé el nombre. Lo conozco del lugar, pero no sé el nombre. Se me escapó en las plantaciones que hay cerca del aeropuerto.
-Bien. Vamos a ver las fotografías que tenemos, a ver si lo reconoces, y ya me cuentas, ¿ok?
-A sus órdenes, teniente.
-Y ustedes -dijo dirigiéndose a la pareja de policías-, avisen a los compañeros de que uno anda por la zona del aeropuerto, que busquen por allá como si la vida de su madre dependiera de ello, ¿ok?
-Y díganle que miren también donde el barco abandonado... -añadió Roberto.
-Allí estuvieron buscando en la tarde -respondió la policía.
-Pues que miren otra vez -ordenó el teniente-. ¿Es que tú no sabes que a esa panda le gusta mucho ir por allá por las noches? Nada más que van con extranjeras y beben ron.
-Yo no sé qué carajo esperan de la vida esos muchachos -apostilló Roberto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario