martes, 18 de enero de 2011

----- Roberto

ROBERTO

Lo que esos muchachos esperaban de la vida no era muy diferente a lo que esperaba él. Roberto tenía un sueño: salir de Baracoa, y tenía ese sueño porque no se había atrevido a imaginar más allá, fuera de la isla. Una vez, de pequeñito, lo llevaron a la Habana junto con el resto de su clase, y en su retina aún guardaba la imagen del Malecón con las olas queriendo comérselo, el enorme Capitolio y el extraño barrio chino. Desde ese día siempre quiso vivir en la capital, en una de esas casas bonitas del Vedado y conduciendo un carro propio y nuevo. Pero no era tan buen estudiante como para ganarse beca e ir allí a la universidad, así que se hizo policía, la manera más rápida de llegar al otro extremo de la isla, donde nadie quería ese trabajo, donde los uniformes delataban a los orientales que querían ser capitalinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario