lunes, 7 de febrero de 2011

Seis- No trabajar para Babylon

NO TRABAJAR PARA BABYLON

Lo hizo. Eddy accedió a colaborar con la policía en aquel caso. Con condiciones, pero lo hizo. Había roto uno de sus principios, el de no trabajar ni con ni para los perros. Estaba en una situación a la que no encontraba salida. Aquellos hijos de puta le tenían cogido por los huevos y contra el testimonio de un policía se podía hacer bien poco. ¿Quién era él? Nadie: un delincuente a los ojos de Babylon, el lumpen de Fidel. ¿Quién era? Ni siquiera él podía responder a esa pregunta tras delatar a su amigo. Pero había negociado pensando en los dos. El foco se dirigía en ese momento a Roberto y su implicación en el asunto. Era necesario que hablara Helen. Pero, una vez confesado, ¿quién le aseguraba que las promesas de Varela se fueran a cumplir?

Eddy lloró cuando le dejaron a solas, y lloraba aún cuando volvieron los uniformados a la habitación en la que le tenían encerrado. Estaba derrotado, atado y sin opcione, a merced de aquéllos a los que más odiaba y ante los que se arrodillaría sin pensarlo a cambio de clemencia. El día anterior acariciaba la gloria en forma de dinero y no sólo se quedó sin ella sino que tuvo que perder lo único que siempre supo suyo: sus principios. No le importaba que le vieran llorar.

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